Miro la mesa delante de mí y pienso en la cantidad de papeles que han pasado por encima de ella. Bosques enteros.
Bueno. Tampoco ha sido siempre la misma mesa. Ni tampoco todo ha quedado impreso en papel. En los últimos años mucho ha quedado simplemente en imágenes electrónicas.
Los papeles, la pantalla y la mesa no son nada. Lo importante es de qué trataban los papeles y los papeles han tratado de montones de cosas, de conflictos, de intereses económicos, de pretensiones y de esperanzas, de conciliaciones, de acuerdos.
Y poco a poco, de protagonista me voy convirtiendo en espectador.
Sin tristeza, con un poco de melancolía, pero no por la sensación de estar perdiendo algo, sino por el recuerdo de tantas y tantas expresiones, de tantas y tantas personas con las que he tratado, con sus conflictos, sus anhelos, sus pretensiones y sus esperanzas.
¡Pero bueno, el mundo alrededor sigue hirviendo! Y ahí hay otro montón de conflictos.
Acabo de leer en Internet la información de los turistas españoles fallecidos en el ataque terrorista de Yemen. Esto unido a las noticias sobre los ataques terroristas en Inglaterra dá que pensar.
El mundo está cambiando. Siempre está cambiando, con lo cual, el hecho de que cambie de por si no es ninguna novedad. Pero a los que somos espectadores siempre nos parece que está cambiando a peor. Nos queda el anhelo de que estos cambios a mal se acabarán y que todo pasará y volveremos a encontrarnos con aquella época en que todo nos parecía más tranquilo.
Pero no. Ni se ha llegado a la paz en el país vasco, ni se ha acabado lo de Irak, ni la delincuencia ha bajado, ni el consumo de drogas ha remitido, ni la violencia doméstica se ha encauzado, ni siquiera los accidentes de automóvil han disminuido. Hay menos muertos según la estadística oficial – que ahora me entero que solo considera los ocurridos en las carreteras, no en las zonas urbanas – pero han aumentado los accidentes con lesiones.
¿Porqué coño en este país hemos de ser siempre los que más…en lo malo?
Y los políticos siguen utilizando todo esto para lanzarse a la cara aquello tan socorrido de “¡Y tu más!” sin querer darse cuenta del cansancio que tenemos los ciudadanos de ellos e inventándose excusas e interpretaciones de las cosas para demostrar que los que estamos equivocados somos nosotros o que los malos resultados electorales son consecuencia de factores a cual más peregrino, que están alejados de la realidad.
Pero de todas maneras, mañana será otro día.
Bueno. Tampoco ha sido siempre la misma mesa. Ni tampoco todo ha quedado impreso en papel. En los últimos años mucho ha quedado simplemente en imágenes electrónicas.
Los papeles, la pantalla y la mesa no son nada. Lo importante es de qué trataban los papeles y los papeles han tratado de montones de cosas, de conflictos, de intereses económicos, de pretensiones y de esperanzas, de conciliaciones, de acuerdos.
Y poco a poco, de protagonista me voy convirtiendo en espectador.
Sin tristeza, con un poco de melancolía, pero no por la sensación de estar perdiendo algo, sino por el recuerdo de tantas y tantas expresiones, de tantas y tantas personas con las que he tratado, con sus conflictos, sus anhelos, sus pretensiones y sus esperanzas.
¡Pero bueno, el mundo alrededor sigue hirviendo! Y ahí hay otro montón de conflictos.
Acabo de leer en Internet la información de los turistas españoles fallecidos en el ataque terrorista de Yemen. Esto unido a las noticias sobre los ataques terroristas en Inglaterra dá que pensar.
El mundo está cambiando. Siempre está cambiando, con lo cual, el hecho de que cambie de por si no es ninguna novedad. Pero a los que somos espectadores siempre nos parece que está cambiando a peor. Nos queda el anhelo de que estos cambios a mal se acabarán y que todo pasará y volveremos a encontrarnos con aquella época en que todo nos parecía más tranquilo.
Pero no. Ni se ha llegado a la paz en el país vasco, ni se ha acabado lo de Irak, ni la delincuencia ha bajado, ni el consumo de drogas ha remitido, ni la violencia doméstica se ha encauzado, ni siquiera los accidentes de automóvil han disminuido. Hay menos muertos según la estadística oficial – que ahora me entero que solo considera los ocurridos en las carreteras, no en las zonas urbanas – pero han aumentado los accidentes con lesiones.
¿Porqué coño en este país hemos de ser siempre los que más…en lo malo?
Y los políticos siguen utilizando todo esto para lanzarse a la cara aquello tan socorrido de “¡Y tu más!” sin querer darse cuenta del cansancio que tenemos los ciudadanos de ellos e inventándose excusas e interpretaciones de las cosas para demostrar que los que estamos equivocados somos nosotros o que los malos resultados electorales son consecuencia de factores a cual más peregrino, que están alejados de la realidad.
Pero de todas maneras, mañana será otro día.
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