Calentas y pudentas
De las set las sis dolentas
Quin vol ara que fuman…?
Este es el pregón de las
castañeras de Barcelona, de hace… ¡140 años!
Por casualidad ha caído
bajo mis ojos un ejemplar de la “Ilustració Catalana”, publicado el 15 de
Noviembre de 1892, donde el columnista, Francisco de Paula Capella, glosaba los
cambios que había visto en la profesión de las castañeras, desde que el era
pequeño.
La Xata, la Cuca, la
Madrona, la Zenona, las Monjas…Castañeras avezadas al frío y a cocinar las
castañas con fuego de virutas en sus artesanales fogones portátiles, instaladas
en las cercanías del antiguo Portal de San Antonio o cabe la Llotja.
Expuestas al frío que por
aquel entonces empezaba pronto, a finales de setiembre o principios de octubre:
“Calentas i grossas, ¿quin vol ara que fuman?” gritaban desde su puesto,
invitando a los clientes a que les comprasen, al tiempo que despreciaban a las
nuevas generaciones de castañeras, de las que opinaban:
“Mitjas senyoras, mortas
de fam, perrucas de polls, que val mes un soch nostre, nostra caputxa blanca,
lo llum de cuyna, lo pagès y’l cabás y la antiga paella que tots vostres fanals
y aqueix timbal de ferro y aquexa escorredora que no es bona sino per sobtar
las castanyas, que ara no valen res”
Resulta curioso leer
estas opiniones, que parecen querer recordar que cualquier tiempo pasado fue mejor y compararlo con lo que ocurre en la época actual, por ejemplo recordando la escena que
contemplé el jueves pasado, al atravesar el pueblo de Roda de Ter, donde un
grupo de jóvenes estaba instalando un puesto de venta de castañas, con un
fogoncillo a ras de suelo y cuatro cajas de cartón. Ellas vestían unas
camisetas sin mangas y pantalones a la moda actual, cortos, cortitos, que no se
que impresión hubiesen causado en las castañeras “clásicas” que reivindicaba el
autor de la columna.
Al comparar lo reflejado
en la publicación de 1892 y lo de ahora,
puede que nos impresione la evolución en los usos y las costumbres, y
creamos que varían notablemente de unas épocas a otras los criterios y los
valores sobre las cosas y los acontecimientos.
El mundo está en continua
evolución y los factores de crecimiento de población, el equilibrio (o
desequilibrio) económico internacional y los avances tecnológicos, comportan
que esta evolución se acelere cada vez más rápidamente, proporcionando una
sensación de cambios sustanciales.
Sin embargo, yo creo que
no es así. Atados a sistemas políticos y económicos inventados y
desarrollados por los humanos, el conjunto de los protagonistas de esta llamada
“civilización” está aún en una fase de reacciones muy primarias, vinculadas a
las emociones más básicas, predominantemente negativas: la ambición, la
envidia, el orgullo desmedido e insano, el afán de poder, la explotación de
otros seres humanos…
Me pregunto si en algún
momento esta evolución permitirá a la humanidad llegar a un estado en el que
estas emociones básicas queden superadas y el único afán de la sociedad sea
conquistar la paz, el bienestar y la justicia social. Que no haya quien se
arrogue el derecho de hacer prevalecer su criterio por encima del de los demás,
en defensa de vete a saber que principios inalienables, cuando en realidad lo
único que se pretende es defender intereses propios. Que la gente deje de
preocuparse más por lo que hace o deja de hacer el vecino, que por sus propias
responsabilidades. Parece una utopía, claro.
Aún así me gusta pensar
que se puede llegar a ello. Entonces si que la comparación entre lo que ocurra
en esa hipotética era y lo que ocurre actualmente sería contundente.
Las expresiones en catalán han sido
incluidas tal y como figuran en la
publicación aludida.
3 comentaris:
En Coruña los hermanos G. Tesouro se hicieron de oro vendiendo castañas en la Calle Real durante el invierno y helados en playas y romerías durante el verano. Los tuvimos de clientes en la Sud America y sus propiedades en pisos y bajos bien situados eran muchas. Pero nunca les envidié porque jamás nadie les pudo ver si no trabajando. Se hicieron mayores siempre detrás del carrito de las castañas o de los helados y siempre me pregunté ¿para que?. Todo el mundo saliendo del cine o yendo a la playa y ellos allí tacita a tacita haciéndose millonarios. Viendo pasar el mundo y la vida sin participar de ella afanados en amasar dinero. Llegaron a viejos ricos y sin disfrutar de nada. ¿ricos dije? ¡Pobres!
.
Por cierto ¡guapa la plantilla del blog!
Gracia Xose. Es lo que digo, ¿Vale la pena morirse muy rico? Mejor gastarselo y disfrutar.
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