Recuerdo que una vez, un directivo de la empresa donde trabajaba me vio trabajando con un ordenador portátil, de los de la época, un montón de años atrás y me dijo (más o menos) “¡Uff, con la alergia que me producen esos trastos y aquí, con uno tan cerca!”.
Más tarde, una buena parte del éxito de la empresa se debió a la informática distribuida que permitió ventajas competitivas en la red comercial, enfrentada a un alto nivel de exigencia debido a la competencia.
Bueno, pues puedo decir que yo también he caído en algo parecido. Hace ahora un año, uno de mis personajes me interpretaba en mi blog, diciendo:
“Pero yo la verdad prefiero aún sostener un libro o una revista en las manos y recrearme en su lectura, a llevar encima una pantalla de cristal líquido”
Y ahora en cambio…ya tengo un iPad, regalo de mi mujer. Y ya me he leído en él algunos libros. Y me estoy acostumbrando a leer el periódico en él. Y me gusta llevarlo encima ¿Quiere esto decir que he cambiado radicalmente de opinión?
No totalmente. Aún me gusta sentir el papel entre mis manos. Lo que ocurre es que ahora encima leo libros de papel y libros en el iPad. Leo periódicos en el iPad y hago los crucigramas de los periódicos de papel. Y me conecto a Internet con el iPad y ahora lo de la pantalla de cristal líquido, pues ya no lo veo tan mal y además las imágenes son superdefinidas. ¡Vaya lío!
¿Creeis que me estoy volviendo un poco loco? Ahora mismo, esto lo estoy escribiendo en el iPad.
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