Esta vez sin embargo estaba solo y tomándose un cortado. Demasiado temprano para ducharse el higado con cerveza.
Echó un vistazo a su alrededor, mirando con detenimiento el viejo mostrador y las paredes recubiertas de madera color roble viejo, cargadas de humo y de historias. Historias vulgares, cotidianas, hechas de miles de retazos de conversaciones de los clientes que recalaban en el bar y que en su mayor parte eran también vecinos de los alrededores. Historias de barrio salpicadas con ecos de actualidad, cotilleos, asombros y escándalos varios.
Hacia tiempo que Mario acudía ocasionalmente a aquel bar, y no se le podía considerar un cliente habitual. No obstante casi siempre encontraba a alguien o a algún grupo con quien comentar que si el futbol, que si los gobiernos, que si lo caro que estaba todo, que si lo mal que se hacian las cosas. En fin, que aquel bar, como tantos otros similares era un verdadero centro social, próximo, amigable y sin otras cuotas que el precio de las consumiciones.
Hoy Mario se lo miraba como si fuese la primera vez que lo visitaba. No había estado nunca allí a esa hora tan temprana y presentía que en lo sucesivo lo iba a frecuentar más.
Temprano había hecho algunas llamadas. Había tocado algunos contactos, a ver si conseguia alguna orientación para encontrar trabajo. El resultado no había sido muy positivo, pero tampoco podía esperar que se resolviese su situación el primer día. Buenas palabras, simulación de sorpresa por la noticia de su baja de la empresa, augurios de que pronto encontraría algo - ¡ hombre! un tio como tu, con la experiencia y los conocimientos que tienes, con lo bueno que eres en lo tuyo.
Lo suyo.
Lo suyo era haber trabajado en una inmobiliaria y administración de fincas de Santa Coloma de Gramanet durante muchos años, resolviendo tanto un roto como un descosido. Entró allí porqué conocia al dueño, que había sido compañero suyo de escuela, pero hacia ya años que la inmobiliaria la había comprado otra más grande, cuando el dueño se había visto ahogado por deudas de otros negocios que había montado y que llevaba su mujer. Entonces tuvo suerte y él permaneció en su sitio, porqué conocia al detalle las claves del negocio y tenía buenos contactos con las fincas administradas.
Pero ahora...
Sintió el peso de una mano en el hombro y se volvió con un gesto reflejo y nervioso, para encontrarse con su vecino Manuel, que estaba de pie a su lado.
- Hola Mario, ¿que tal? Bueno, no me lo expliques, ya te veo la cara ¿Cómo ha ido el fin de semana?
- Bueno, fuimos a Cambrils, a ver si podemos poner en venta el apartamento. Lo hemos dado a una Agencia de un amigo que conozco allí, pero nos ha dicho que no nos hagamos muchas ilusiones de venderlo rápido, que en aquella zona ocurre lo mismo que en todas partes y que la prueba de ello es la cantidad de carteles que se ven anunciando pisos y apartamentos en venta y que llevan mucho tiempo anunciados. ¿Y vosotros?
- Fuimos a una calçotada con unos amigos. No estuvo mal.
¿A una calçotada? ¿No es demasiado temprano para los calçots? Yo creia que la época para esto empezaba a finales de Enero.
- Pues ya ves, cada vez más pronto. Por lo visto se adelantan los cultivos y se puede disponer de ellos antes. Lo cierto es que el restaurante estaba lleno, sobre todo con gente de grupos que acudieron allí en autocar. Y lo demás, el inicio de la temporada navideña, comida, comida y comida.
Toma, aquí tienes el periódico ¿quieres echarle un vistazo? Te recomiendo leer la entrevista de la última página.
- ¿Entrevistan a alguien importante?
- Depende de cómo te lo mires. Se trata de una joven de origen etiope, ciega y sorda, que no puede comunicarse más que con signos y leer a través de Braille. Fué adoptada, cuando tenía 7 años tras una etapa infantil penosa, abandono, miseria, hambre y la trajeron aquí. Pese a todos sus graves condicionantes para desenvolverse dentro de la sociedad, cursa estudios universitarios y se declara feliz por poder estudiar y comunicarse aún dentro de sus precaria situación. Claro que las expresiones vertidas en el artículo parten del lenguaje de signos que utiliza, pero revelan una gran madurez.
Una mujer de mediana edad y vestida toda de negro les había estado escuchando desde un velador cercano. Se levantó y fué hasta donde estaban los periódicos del bar; tras elegir uno regresó a su mesa y se puso a leer la última página. Manolo que se había dado cuenta, la observó con curiosidad y le pareció ver lagrimas en los ojos de la mujer.
Volviéndose hacia Mario, dobló el periódico que este le entregaba y le dijo
- Ya lo leeré luego. ¿Pedimos ya una cañita?
- Vale.
3 comentaris:
Creo que estos dos tipos nos darán buenos momentos a los lectores de este blog.
Esperamos que continues observándoles, conociéndoles mas y que nos sigas contando sus andanzas y su forma de ver la vida, las cosas que pasan, incluida las cada vez mas tempranas cosechas de calçots, otro síntoma, que tampoco presagia nada bueno. Estamos forzando la naturaleza, el ser de las cosas, tenemos unas prisas extrañas, pero sin duda de esto hablará mejor Mario.
¡enhorabuena!
¿que les pasa a estos dos amigotes?.
¿llevan dias sin verse?.
¿no se hablan?. me extraña
cuenta.. cuenta...
¿ No habrán comido los calÇots con acompañamiento de botillo ?. La verdad es que son dos amigos que entienden y se hacen entender.
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