Otra vez Paul Auster. Ya se, ya se que tratándose de un escritor muy leido y de moda, hay montones y montones de comentarios publicados en blogs.
Pero yo debo decir que de nuevo me ha impresionado, esta vez con su “Hombre en la oscuridad”, ahora, cuando he acabado de leer el libro; me ha impresionado especialmente la forma como trata las emociones humanas y los sentimientos. Como refleja con leves pinceladas, que adquieren la intensidad de un aguafuerte, el pensamiento de los personajes y la forma en que se relacionan entre si. Como expresa problemas que nos parecen tan cercanos, que nos dan una sensación tan especial de proximidad a los protagonistas.
En su “Hombre…” desarrolla su historia en medio de la parafernalia de una situación que en principio parecía más propia de una novela de ciencia ficción, un escenario próximo a la realidad y otro imaginario, paralelos. Esto hizo que al principio pensase que me encontraba ante un Auster novedoso, que exploraba otros campos literarios, cosa que también me ocurrió un tanto con “Viajes por el escritorio”.
Y de golpe emerge la brutalidad que horroriza, la ejecución de un rehén, pasaje escondido en la novela y cuyo horror te asalta pero que a la vez también es tan cotidiano. Lo hemos visto por televisión o por Internet desde nuestra sala de estar.
Como casi siempre, unas cosas llevan a pensar en otras. Las narraciones, por muy ficticias que sean, son en definitiva un reflejo de alguna realidad. El arte en cualquiera de sus expresiones es una deformación de alguna realidad, incluso en sus opciones que trasladan más auténticamente tal realidad, como en la fotografía, puesto que hay que tener en cuenta una multitud de circunstancias que en la realidad están presentes pero no en la representación artística.
Pero el éxito de cualquier manifestación artística reside en la capacidad que tenga de impactarnos, produciéndonos bien sean emociones positivas o bien negativas. Y en ello radica la maestría del creador de tales manifestaciones artísticas si consigue despertarnos emociones que nos halagan o nos satisfacen, o nos preocupan o nos horrorizan.
Cada vez más los escritores eligen como escenario de sus obras marcos próximos a la realidad, lugares o circunstancias fácilmente reconocibles o identificables, ambientes en los que fácilmente cualquier persona podría sentirse inmerso, situaciones con las que podría sentirse identificado. Pienso que el calificativo de exótico referido a conductas humanas en nuestro mundo globalizado va perdiendo sentido, como no sea ciñéndolo simplemente a lo atávico o a lo estético.
Las novelas de Paul Auster me han transmitido esas emociones.
1 comentari:
Gracias por tu comentario y por añadirme en tu blog. Un honor.
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