Me ha llamado la atención una fotografía publicada hoy en los periódicos, como consecuencia de la visita del príncipe Felipe a Afganistán. En ella unas niñas pequeñas sonríen al príncipe mientras le estrechan la mano, seguramente preguntándose “y este a quien nos han dicho que saludemos amablemente ¿Quién debe ser?”
Sonrisas infantiles, como las de cualquier niño o niña en otras partes del mundo. Pero detrás se ve el destino de esas niñas. Una mujer adulta (se supone) está detrás de las niñas, vistiendo el “burka” tradicional en aquellos pagos, de un vistoso color azul, sí, pero que no deja al descubierto ni un milímetro de piel de la mujer que viste esa prenda sometiéndola a un verdadero calabozo ambulante. Incluso sus ojos están ocultos detrás de una rejilla de la misma tela del vestido.
Dicen que muchas mujeres en ese país eligen libremente ese tipo de vestimenta, pero la verdad, no me lo puedo creer. Vamos a suponer sin embargo que sea así. Los occidentales tenemos derecho a opinar que eso no nos guste, pero ¿tenemos derecho a pretender cambiar sus sistemas culturales o sociales y occidentalizarlos?
Yo creo que no, siempre y cuando esas pautas de comportamiento no supongan humillación, esclavitud, maltrato, etc. Pero si ese fuese el caso ¿Qué hay que hacer? ¿Invadir ese territorio como en una cruzada y en nombre de nuestros valores imponer otras pautas culturales y sociales distintas?
Gran dilema este, que me trae a la memoria unas declaraciones de Paul Collier, Director del Centro de estudios para el desarrollo del Tercer Mundo, de la Universidad de Oxford, en las cuales defendía la ingerencia armada en determinados países, los que él llama “El club de la miseria” para hacer posibles mejores condiciones de sanidad, educación y alimentos.
Es evidente que una intervención de este carácter tendería a modificar los rasgos propios del país intervenido, convirtiéndose en un neocolonialismo, ello suponiendo que se consiguiera eludir la penetración de intereses económicos ajenos al propósito en si. No hay más que ver lo que está ocurriendo en Irak, por ejemplo.
Pero por otra parte, ¿es lícito permitir la persistencia de situaciones de hambruna y explotación en determinados países como consecuencia de la corrupción reinante?
Yo creo que antes de abordar una intervención armada, cómo sugiere Collier, los países occidentales deberían de hacer un examen de conciencia y tratar de erradicar dentro de ellos mismos todas aquellas conductas, acciones y corruptelas, que muy posiblemente estén perseguidas o penadas en los propios países, pero que son practicadas de cara a esos pertenecientes al club de la Miseria.
Ventas de armas, trabajo en condiciones de esclavitud, explotación de materias primas…sobornos. Hay que perseguir a quienes desde los países occidentales fomentan estas situaciones.
El problema es que hay demasiados intereses por en medio. A guisa de ejemplo, ¿hay alguien que crea que las bombas de racimo son un beneficio para la humanidad? ¿Cómo alguien puede defender su fabricación y utilización? (de esta o de cualquier arma) Y sin embargo ahí están los tibios resultados de la Convención celebrada recientemente en Dublín, para tratar de suprimirlas, Convención a la que no han asistido los países donde se localizan los principales fabricantes de estas armas: Estados Unidos, China, Rusia, Israel, India y Pakistán, a cuyos gobernantes es patente que les importan un bledo las terribles consecuencias de la utilización de esas bombas.
¿Sería pedir la Luna que se eliminen de una vez?
Fotografía: La luna de hoy, desde mi ventana.
1 comentari:
Sr: Jordi Manzanera: en primer lugar, permitame felicitarlo por su blog. Es interesante de leer y de sentir, por eso he buscado infructuosamente su correo para darle a conocer algunos de mis pareceres. Sobre todo por aquel relato en el mar con esas melodias incomparables y el emocionante repaso visual y auditivo de Dachau. Fuerte impacto para mi , ya que en mi estadA en Europa lo visite.
En este "pedir la luna " me hace viajar por algunas reflexiones concretas.
Llegue a usted gracias al Blog de Jeronimo y me he encontrado con otro interesante mundo por conocer.
Reciba mis cordiales saludos.. ahh y disculpe la falta de ortografia pues este teclado esta en italiano, ya tendre el mio. En mis proximas visitas intentare dejarle algunos comentarios. Alicia
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