26 de juny 2008

El futuro

Leo una entrevista realizada a un tal Giacomo Marramao, catedrático de filosofía en Roma (¿le habrán hablado a este señor las connotaciones de su apellido italiano en este nuestro país?). Marramao ha publicado un libro, Apología del tiempo oportuno, donde enuncia cosas tan interesantes como:

…el futuro no existe, nosotros existimos. El futuro depende de nuestra acción, de la interacción con las condiciones. En la historia siempre existe la experiencia de la bifurcación…”

No estoy completamente de acuerdo, porqué en sí su afirmación de que el futuro no existe queda contradicha acto seguido, cuando afirma que depende de nuestra acción. Por tanto, el futuro existe puesto que lo estamos elaborando con nuestras acciones a cada momento.

Lo que si pueden haber, examinándolo desde el momento presente, son varios futuros distintos. Si la visión de futuro se analiza de ahora hacia adelante, puede ser que el futuro sea incierto, pero en todo caso será o uno u otro. Otra cuestión será el resultado que produzcan las opciones elegidas que habrán dado como resultado este futuro, que en ese momento ya será presente o pasado.

Si Hitler no hubiese llegado al poder, es decir si no hubiera obtenido el soporte necesario para ello, en base a las elecciones de futuro que hicieron en aquel momento tantos y tantos ciudadanos que le apoyaron, posiblemente no hubiera habido que lamentar tanto horror.

Si el futuro se analiza a toro pasado, lo que se puede hacer es sacar experiencia de lo ocurrido para no incurrir en nuevos errores. Aún así hay que contar con la resistencia humana a aprender de la experiencia y también con una serie de imponderables que entran en juego y que pueden abortar cualquier intención de mejorar el futuro: las circunstancias concatenantes. Pero eso es otra historia.

En cambio sí estoy de acuerdo con la afirmación que hace Marramao de que la felicidad es un concepto que incluye en si mismo la capacidad de hacer experiencia intensiva de todo, incluso del dolor.

Por otro lado, me gusta su idea de que deberíamos de tratar de vivir el presente más intensamente. La prisa, la ambición, el afán por conseguir cosas, sea en propio o inducidas por otros nos marcan constantemente, haciéndonos vivir cada instante en función de lo que tiene que suceder en el futuro.

Gran parte de la culpa de que esto sea así la tienen las exigencias derivadas de la globalización y de una economía de mercado orientada hacia un consumo galopante en los paises occidentales. La sociedad se ve constantemente presionada para ir más y más deprisa: hay que producir más, hay que conseguir más objetivos, hay que vender más, hay que gastar más, hay, hay, ay ay ay.

Y como muestra de concepto de futuro, aquí podeis ver una imagen de las publicaciones que en mi niñez llamábamos "tebeos o historias del futuro". Se ve anacrónico ¿no?.