“Mi dolor espiritual es
insoportable. Continuo haciéndome la misma pregunta sin solución; si mi rifle mató
personas, podría ser que yo fuese responsable de estas muertes, aunque fuesen
enemigos.”
De esta manera se
expresaba el ingeniero Kalashnikov, poco antes de su fallecimiento el año
pasado. Con esta reflexión ponía de relieve como le atormentaba el hecho de que
el instrumento que había creado, el fusil de asalto que lleva su nombre, haya
contribuido a matanzas, a causar heridas a seres humanos y a proporcionar
sufrimiento, directa o indirectamente, a millones de personas. Igual que
cualquier arma que haya existido en el pasado, que exista actualmente o que
existirá en el futuro.
Pido perdón por la
frivolidad del titulo. Sin embargo es así, de la industria armamentística y de
su producción hay inmensos catálogos. Los instrumentos para matar son cada vez
más abundantes, más sofisticados, más fiables y más mortíferos para quienes
vayan a convertirse en sus objetivos.
Y encima a sus
fabricantes, en lugar de esconderse y disimular, dada la naturaleza siniestra
de sus negocios, les ha dado por promocionar estos productos a través de las
mismas técnicas de marketing que se utilizan para cualquier otro tipo de
manufacturas. Incluso divulgándolos a través de ferias, como por ejemplo la que
se está celebrando en Paris, con mensajes publicitarios destinados a resaltar
la efectividad de estos instrumentos de muerte y poniendo énfasis en la antigüedad
y tradición de muchas de estas empresas fabricantes.
Alguna de estas empresas
llega a tener la desfachatez de destacar las ventajas de reciclaje y reducción
de impacto ecológico que tienen sus productos. Es decir que matan a mansalva y
con gran precisión, pero eso si, con
gran respeto al medio ambiente.
Ya he escrito antes sobre
esto, pero no me cansaré nunca de repetirlo. Odio las armas. Odio cualquier
instrumento susceptible de convertirse en algo capaz de matar o causar heridas,
aunque sea mediante la utilización de un simple cuchillo. Y también odio que
haya personas capaces de creer que con las armas se solucionan los conflictos,
tanto como a quienes les ponen a su disposición estas armas.
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