- ¡¡Ya nadie tiene
educación!! Entras, saludas con un Buenos Días y nadie te responde.
Era una voz femenina,
anormalmente elevada de tono. Al principio creí que se trataba de uno de tantos
músicos o cantantes que amenizan a los pasajeros entre estación y estación, a
cambio de algún óbolo. Por cierto que los hay muy buenos, como el flautista que días atras me deleitó con el Canon de Pachelbel, entre las estaciones de Glorias y Plaza Catalunya. Impresionante.
Luego me di cuenta de que
no eran “amenizadores de viaje”. Quien se expresaba así era una señora de
mediana edad, vestida con una cierta elegancia y tocada con un sombrero de
estilo tiroles. Se dirigía a otra persona de aspecto similar que estaba sentada
delante suyo y ambas ubicadas en asientos cerca de donde yo estaba tratando de
leer el periódico.
- Y es que solo piensan
que el catalán y venga y venga, el catalán. Es todo lo que les preocupa, pero
de educación nada de nada. Solo hay que fijarse en esos niñatos, incapaces de
levantarse para ceder el asiento a una señora. Aaaah, pero conmigo no les vale,
que yo he hecho levantar a más de uno y a mas de dos.
Pero, por que chillaba
tanto? Y la señora de delante también le contestaba cargada de decibelios: que
si la independencia, que si los nacionalistas, que si los unos y que siempre
los mismo, que se equivocan…
Bueno, pues no hacia
falta mucha imaginación para saber por donde se movían políticamente aquellas
señoras. Y yo pensé ¡¡joder con la crisis!! Como se ve que el dinero no llega, en
lugar de hacer grandes mítines, el proselitismo tratan de realizarlo mediante
acciones como la de esta mañana en el
tren de cercanías.
Me levanté y me fui al otro
extremo del vagón. No por nada. Según que “amenizadores“ suben al tren, también lo hago. Pero ahí un
poco amortiguada seguía llegándome la cantinela acusadora: ¡que se equivocaaaaaaaan!