19 de juny 2011

¿Y ahora qué?


Lo de los indignados es un movimiento interesante e importante, dejando aparte a los que han tratado de sumarse al mismo por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid: los antisistema, los rastas, los bongoceros y otros solicitantes de peras al olmo. He estado con los Indignados de Plaza Catalunya, en Mataro, en Badalona, en la Puerta del Sol, e incluso estuve el día del parque de la Ciudadela, tratando de obtener respuestas sobre como sería la continuidad del movimiento. Para mi el gran problema es como se canalizarán las propuestas para conseguir sus objetivos.

No creo que un sistema basado unicamente en las asambleas o en la recogida de firmas pueda llegar a ser determinante para remover todo lo que el pueblo rechaza de la forma en que se gestiona lo público y el mal desempeño de muchos políticos. Como alternativa veo esencialmente tres opciones:

Opción A) Una revolución a escala mundial en el mejor estilo de la toma de la Bastilla, del Octubre Rojo, o de cualquier republica sudamericana. O sea con mucha violencia y coste de vidas humanas. Me parece que, por lo menos en nuestra sociedad más inmediata, la mayoria no participa de este criterio. A pesar de todo no estamos inmersos en una dictadura como ocurría u ocurre en Egipto, Túnez  o en Libia, pongamos por caso. Ello por no hablar de Yemen, Siria, etc.
Opción B) ¿Tenemos un modelo mejor que el democrático? Creo que la respuesta mayoritaria de la sociedad es que  no y en consecuencia  cualquier acción para obtener respuesta a las propuestas de los Indignados debe de respetar las reglas del juego democrático. Para reformar las leyes lo esperable es por tanto que se haga mediante las opciones que ofrece la democracia. Por ejemplo a través de la acción de algún partido de los ya establecidos, que evidentemente con tal de no perder votos o de ganar más se apuntarían a un bombardeo. No me parece una buena solución, están demasiado pringados, no son independientes y no son de fiar, en general, o
Opción C) Buscar una solución a más largo plazo, constituyendo un nuevo partido formado por políticos honestos. Tema difícil este, porqué el poder a medio - largo plazo corrompe. Incluso corrompe a quienes no lo ostentan aún, pero pueden estar en vías de llegar a él. Quizás se podrían buscar formulas para evitar que los lideres de este partido tuvieran la oportunidad de entrar en esa rueda de corrupción. Un partido así estaría sujeto a un fuerte acoso por parte de los demás partidos, y de otros medios económicos, financieros o sociales, como por ejemplo los propios sindicatos. Se vería obligado también a adoptar medidas impopulares lo que le supondría también un fuerte desgaste. Sin embargo creo que unas estrictas normas sobre el compromiso de los miembros del partido con pautas éticas,  de transparencia en quienes deban ejercer responsabilidades en un partido de estas características, un obligado respeto de la democracia interna o una rotación programada en los cargos, podrían hacer factible una seriedad que la mayor parte de los actuales parece que no tienen.

En cualquier caso, sería necesario depurar las diferentes propuestas surgidas y unificarlas, (aunque coincidentes en sus aspectos básico, aún hay diferencias notables entre ellas) así como dotarlas de un adecuado contenido legal, habida cuenta de que muchas  pueden chocar con la actual Constitución, o bien prever las vías por la que se puede llegar a la modificación de esta Constitución, que no tiene porqué ser un tema intocable.
Todo menos recurrir a la revolución cruenta que a muchos se les hace tan atractiva, o al enfrentamiento sistemático físico o verbal  entre la ciudadanía. Evidentemente la formación y la educación sobre valores, comportamientos y responsabilidades es un tema fundamental para conseguir alcanzar los objetivos de los Indignados.

La normalidad con que han discurrido hoy las manifestaciones que se han dado en todo el país, lejos de lo ocurrido la semana pasada en el parque de la Ciudadela, creo que ha mejorado la percepción de los ciudadanos sobre los Indignados y acercan a un terreno propicio para avanzar sobre sus planteamientos.