Hoy era un día de fiesta inesperado. De esos que te encuentras casi por sorpresa, como consecuencia de que el Ayuntamiento ha tenido que reubicar fiestas que en sus fechas originales han coincidido con festivos. Y te encuentras con que no sabes muy bien que hacer.
No por mi, claro, sino por mi mujer. Y le dije, ¿quieres que vayamos al cine? - Vale, pues vamos.
Y luego vino lo de elegir qué ver. Hacía un montón de tiempo que no ibamos al cine y la verdad es que no sabía qué pelicula podía ser más interesante. Quizas influido por la reciente entrega de los Oscar-es, miré entre las que habian recibido alguna estatuilla, si bien no suelo guiarme por este tipo de criterio, ya que anteriormente hemos tenido notables decepciones.
Finalmente nos decidimos por una película nominada para cuatro estatuillas, pero que no ha obtenido ninguna. No nos fiábamos demasiado, porqué leyendo la reseña, nos sonaba a dramon tremebundo.
Pero, ¡oh sorpresa! La película, aún siendo de bajo coste, está realizada magníficamente, con una excelente fotografía y con una ejecución de planos que destacan y dramatizan sobriamente la fuerza de las escenas.
Los actores están soberbios, tanto Annette Bening y Julianne Moore, en sus respectivos papeles de madre y madre lesbianas, progenitoras de dos adolescentes - Mia Wasikovska y Josh Hutcherson - nacidos a partir de sendas inseminaciones artificiales, generadas a partir de un único donante de esperma, Mark Ruffalo.
Con estos ingredientes se hubiese podido urdir una historia que cayese facilmente en la sordidez o en la sobreactuación histrionica. Pero no.
Un tema, el de las familias de matrimonios del mismo sexo, aún de conflictivo encaje en la sociedad, está tratado con gran delicadeza y naturalidad.
Tanto que consigue el que uno, de naturaleza más bien exceptica sobre esta cuestión, lo vea con otros ojos. Otra cuestión sería que en el fondo la historia de la infidelidad, podría tener como protagonistas a cualquier pareja digamos tradicional.
Película recomendable para ver y que me ha hecho recordar una conversación oida en la radio días atras. Una locutora le ofrecia a un inminente espectador el pagarle la mitad del precio de la entrada a un centro multisalas, si entraba a ver una película española. El espectador decía que aún así prefería ir a ver una película americana, por la calidad que no dudaba encontraría en la de esta nacionalidad. Se trata seguramente de un comentario exagerado, pero que parte de razón tiene.
El cine español, fuertemente subvencionado, se empeña en hacer peliculas de gran calado dramático y muy trascendentes, cuando no esperpénticas, tipo Torrente. Pero no tiene la habilidad de narrar historias quotidianas con la fuerza y el pulso necesarios para atraer a los espectadores.
De ahí ese bajo interés y la baja recaudación taquillera. Por cierto, si estas subvenciones se pagan con dinero de los impuestos de los ciudadanos (y en consecuencia yo tambíen he contribuido en ellas), no debería ser tanto delito el bajarse por Internet películas realizadas gracias a tales subvenciones. ¿no?
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