22 de juny 2014

Armas hasta en la sopa


“Mi dolor espiritual es insoportable. Continuo haciéndome la misma pregunta sin solución; si mi rifle mató personas, podría ser que yo fuese responsable de estas muertes, aunque fuesen enemigos.”

De esta manera se expresaba el ingeniero Kalashnikov, poco antes de su fallecimiento el año pasado. Con esta reflexión ponía de relieve como le atormentaba el hecho de que el instrumento que había creado, el fusil de asalto que lleva su nombre, haya contribuido a matanzas, a causar heridas a seres humanos y a proporcionar sufrimiento, directa o indirectamente, a millones de personas. Igual que cualquier arma que haya existido en el pasado, que exista actualmente o que existirá en el futuro.

Pido perdón por la frivolidad del titulo. Sin embargo es así, de la industria armamentística y de su producción hay inmensos catálogos. Los instrumentos para matar son cada vez más abundantes, más sofisticados, más fiables y más mortíferos para quienes vayan a convertirse en sus objetivos.

Y encima a sus fabricantes, en lugar de esconderse y disimular, dada la naturaleza siniestra de sus negocios, les ha dado por promocionar estos productos a través de las mismas técnicas de marketing que se utilizan para cualquier otro tipo de manufacturas. Incluso divulgándolos a través de ferias, como por ejemplo la que se está celebrando en Paris, con mensajes publicitarios destinados a resaltar la efectividad de estos instrumentos de muerte y poniendo énfasis en la antigüedad y tradición de muchas de estas empresas fabricantes.

Alguna de estas empresas llega a tener la desfachatez de destacar las ventajas de reciclaje y reducción de impacto ecológico que tienen sus productos. Es decir que matan a mansalva y con gran precisión,  pero eso si, con gran respeto al medio ambiente.

Ya he escrito antes sobre esto, pero no me cansaré nunca de repetirlo. Odio las armas. Odio cualquier instrumento susceptible de convertirse en algo capaz de matar o causar heridas, aunque sea mediante la utilización de un simple cuchillo. Y también odio que haya personas capaces de creer que con las armas se solucionan los conflictos, tanto como a quienes les ponen a su disposición estas armas.