10 de novembre 2005

De regreso...

Ayer, de vuelta a casa en el avion, me leí los periodicos del pais para ponerme al día. Durante estos tres días, centrado en el trabajo y departiendo con mis colegas, pocas novedades he podido conocer, sobre todo debido a mi desconocimiento del turco, aunque de alguna cosa me he enterado, principalmente de Francia, a través de la CNN.

Leo en un periódico económico dos comentarios sobre los disturbios en este pais y la posibilidad de que se extiendan a otros paises, lo cual da que pensar y de alguna forma vienen a encajar con algunas reflexiones mias sobre la situación.

El primero de ellos informa sobre los peligros de reacciones anti-inmigrantes por parte de neo-nazis, tanto en Alemania como en Rusia, señalando que en este último pais el pasado Octubre 15 cabezas rapadas mataron a un peruano e hirieron a un español.

El siguiente comentario se hacia eco de las manifestaciones de uno de los protagonistas de los disturbios: "Estoy hasta el gorro de que para trabajar haya que tener el bachillerato".

Ambas cosas y muchas otras en la misma línea, me llevan a pensar en uno de los, para mi, orígenes de la situación, que constituye una enorme debilidad para cualquier sociedad y una puerta que propicia la posibilidad de extensión de esta conflictividad hacia otros paises.

Me refiero a la falta de formación y a la falta de éstímulos para aprender. Ya en un terreno muy cercano a nuestro entorno, leo el informe publicado por el sindicato UGT sobre la juventud en Catalunya, donde manifiesta que 1 de cada 10 jovenes catalanes de edades entre 16 y 24 años ni estudia, ni trabaja, ni parece estar interesado en ello. Solo en Catalunya ello supone 65.900 jovenes que no hacen nada.

Preocupante. Porqué si no se tiene el estímulo para aprender, si la formación se considera superflua e inutil, ¿Cómo se pueden transmitir valores?¿Cómo se puede inculcar la capacidad para objetivizar y discernir?¿Cómo se puede generar sentido de la responsabilidad?

¿Qué es lo que falla en todo esto?. ¿Existe una tolerancia mal entendida, que lleva a un exceso de permisividad? Cuando manifiesto esto, no me refiero a que la culpa sea de los jovenes, sino a las circunstancias de una sociedad que no sabe conducirlos. Veamos.

La misión de los padres para educar a sus hijos. ¿Tienen claro los padres que tolerando que sus hijos hagan lo que les parezca, no les están ayudando precisamente? ¿Hay miedo por parte de los padres de que sus hijos les consideren unos retrógados, o incluso de que les marginen? En estos días el canal catalán de TV3 está pasando algunos capítulos del "Cor de la Ciutat", que reflejan un comportamiento de algunos hijos, hedonista, egoista y preocupado únicamente por su bienestar y por conseguir las cosas con el mínimo esfuerzo. Me da miedo pensar que esta ficción pueda estar representando una realidad social.

La escuela. Evidentemente si hay una incapacidad familiar para obligar a los hijos a acudir a la escuela y a adquirir valores, entre ellos el sentido de la responsabilidad, dificilmente los maestros podrán desempeñar un papel en este objetivo. Pero ¿y aquellos que sí acuden a la escuela, pero sirve de poco, porqué es como si no estuvieran?

Tengo amistades en el campo de la formación, con enormes deseos de dejar este trabajo por las dificultades que les supone debido a la falta de respeto que reciben por parte de alumnos y padres de alumnos.

La sociedad. Muchos jóvenes tienen un sentido de la responsabilidad disminuido, porqué la sociedad, o algunos factores de esta sociedad ponen a su alcance imágenes de vida facil, de que las cosas se pueden conseguir sin esfuerzo, imágenes de color de rosa. Pero se encuentran con la realidad: no hay el trabajo que quieren, o solo consiguen trabajos precarios. Aquel lujoso apartamento en el que viven los protagonistas de sus series de televisión preferidas, se convierte en algo inalcanzable para ellos, por sus precios prohibitivos de acuerdo con sus posibilidades económicas. Y esto genera frustación, rabia y deseos de herir a la sociedad a la que hacen culpable de la imposibilidad de que ellos alcancen lo que quieren.

¿Existe realmente una acción coordinada entre profesorado y padres en la educación? ¿Fallan los padres, los alumnos, los profesores, la sociedad, un poco todas las partes? Está claro que esto no es así para muchisimos jovenes y que aunque con diferentes niveles de integración y de responsabilidad, la mayoría no sentirán la necesidad de quemar coches para demostrar su frustación. Pero 65.900 sin hacer nada son muchos y campo abonado para la simiente de la protesta.

Arduo problema. Para cerrar mis notas de hoy, voy a referirme a una escena que he vivido muy de cerca esta mañana cuando he cogido el tren para ir a trabajar. Han subido dos jovenes, de algo más de veinte años, que se han puesto a hablar sobre sus vivencias en el trabajo. Ambos trabajaban en la construcción, pero en diferentes obras. Ambos hacian gala de los cubatas y otras bebidas que tomaban durante su trabajo, que evidentemente debe de tener, por sus caractarísticas, un nivel de riesgo apreciable.

Hacia el final del trayecto para uno de ellos, el otro, que llevaba una camiseta con la leyenda "Drogas no" en el pecho y "que no hay para todos" en el dorso, le preguntó de cómo estaba de aprovisionado y a continuación, sacándose del bolsillo un envoltorio de plástico, extrajo del mismo un puñado de lo que parecía "hierba" y se lo entregó al otro, afirmando la buena calidad de dicha hierba y que el mismo por las mañanas antes de trabajar se fumaba un cigarrillo, que le entonaba para el trabajo.

Me reafirmo, muy preocupante.

Jordi Nounou