¡Que pereza!
Se hace difícil esto de
ponerse a escribir, buscando como fuente de inspiración las noticias de los
periódicos.
Le da a uno pereza
examinar y debatir los sesudos análisis que hacen los políticos, los
tertulianos, los comentaristas, los escritores de blogs, los vociferantes en
foros, aquellos que saben de todo, etc. ¡Sesudos análisis de contenido
proporcionalmente predecible según la orientación del medio a través del que se
difunden!
Las posiciones sobre los
temas son cada vez más radicalmente opuestas y manifestadas con vehemencia,
incluso aquellas que intentan defender asuntos de naturaleza justa. Parece que
los humanos solo seamos capaces de dilucidar nuestras diferencias en un escenario
de gritos, descalificaciones e insultos.
Por ejemplo en el tema de
Gibraltar. El conflicto se observa con miradas llenas de despropósitos.
Los unos atacan al
Gobierno español con peregrinas afirmaciones, apoyando a los británicos y a los
gibraltareños.
Otros lo defienden con
otras aseveraciones aún más fuera de contexto, invocando el españolismo cañí.
Algunos confunden la
gimnasia con la magnesia y encuentran puntos de alineación con los habitantes
de un lugar que – por favor no nos olvidemos de ello – supuso, una vez más, que
las grandes potencias satisfechas ya sus apetencias y resueltos sus problemas
político – comerciales, firmasen pomposos tratados y dejasen a los habitantes
de la tierra de los que confunden, más colgados que un salchichón, como decimos
por estos pagos.
El propio Gobierno utiliza
el tema para tratar de distraer la atención sobre vergüenzas puestas demasiado
en evidencia y que el olvido estival parece que no logra atenuar del todo.
Y aún parece que puede
haber personas vinculadas al Gobierno con intereses en empresas ubicadas en el
propio Gibraltar.
Yo de simpatía hacia los
gibraltareños, ninguna. Los veo unos oportunistas descarados, aparte de
responsables de otras cosas que parece que ocurren allí. Tampoco la tengo hacia
un partido en el Gobierno que ha engañado también descaradamente a los
habitantes del país, con sus corrupciones, con sus incumplimientos y con la
jeta que le echan.
Creo que la postura
adecuada es la de examinar las cosas desde lejos, objetivamente y sin tomar
partido y más si este posicionamiento se justifica simplemente por estar en
contra de los otros. Tampoco hay que olvidar que todo esto y muchas otras cosas
vienen de lejos.
De cuando los reyes o
aquellos que se consideraban reyes, eran dueños y señores de vidas y haciendas.
De aquellos que conformaban una institución, la monarquía, hoy en día
absolutamente inútil en todos los países de la tierra. ¿Os habéis dado cuenta
de que la mayor parte de conflictos ocurridos hasta el primer cuarto del siglo
XX han sido provocados como consecuencia de dirimirse cuestiones relacionadas
con las monarquías, o bien para emanciparse de ellas?
Las guerras de sucesión
en varios países, las guerras sudamericanas, las guerras napoleónicas, las carlistas,
la guerra austro -húngara… ¡Que hartazgo!
Por ello, no se si
Catalunya alcanzará alguna vez la independencia, si habrá cambio de gobierno en
España o si finalmente Europa nos llamará al orden y propondrá otras formas de
gobierno más, digamos “europeas”. Pero en cualquier caso,
lo que si espero, confío y deseo es que sea a nivel europeo, español o
catalán, la forma definitiva de gobierno sea la República.