En el año 778, el rey Carlos vino a Zaragoza: tenía en ese momento doce sobrinos y cada uno de ellos contaba con tres mil caballeros armados; entre ellos se puede mencionar a: Roldán, Bertrand, Ogier el de la espada corta, Guillermo el de la nariz corta, Olivier y el obispo Turpín. Cada uno de ellos acompañaba junto a su séquito al rey durante un mes del año. Sucedió que el rey se detuvo en Zaragoza junto a su ejército al cabo de poco tiempo: recibió el consejo de los suyos de que aceptara numerosos presentes para que el ejército no muriera de hambre y pudiera regresar a la patria. Lo que fue hecho. El rey a continuación decidió que para preservar la seguridad de los hombres del ejército, el valeroso guerrero Roldán permanecería en la retaguardia. Pero cuando el ejército cruzaba el puerto de Cisa en Roncesvalles, Roldán falleció, muerto por los Sarracenos (Nota hallada en el manuscrito 39 de San Millán de la Cogolla)
Así resumida está la leyenda que el “Cantar de Roldan” narró y que fue una de las precursoras de la literatura épica y de los libros de caballería. Cuando examinas las probables circunstancias históricas, o sea lo que ocurrió realmente, entras en la atmósfera de mentiras, traiciones, alianzas, intereses, etc, que han caracterizado desde siempre las relaciones de poder. Te enteras por ejemplo de que Roldan no fue muerto por sarracenos, como dice el Cantar, sino por vascos y navarros, ya que su tío Carlomagno (que en realidad tampoco era su tío), se había aliado a caudillos musulmanes de Hispania, en contra de otros, también caudillos musulmanes. En fin que nada nuevo bajo el sol.
Bueno y esto viene simplemente a cuento porqué este fin de semana pasado nos hemos dado una vuelta por las hermosas tierras de pirineo navarro, subiendo hasta Roncesvalles, el desfiladero donde hipotéticamente se libro la famosa batalla y origen del tramo español del camino de Santiago.
Navarra es una tierra rica en bellos paisajes, acogedora y de exquisita gastronomía.
De todo ello pudimos apercibirnos en nuestro viaje, que empezamos en Garinoain, subiendo por la N-135 hasta Orreaga – Roncesvalles, no sin detenernos en Eugi (fantásticas vistas del embalse), Zubiri y Lintzoain. Tras visitar Roncesvalles y comer en Burguete, nos llegamos hasta Orbaitzeta, donde tuvimos oportunidad de comprar unos deliciosos quesos y asomarnos a la selva de Irati. Al regreso, pasando por el puerto de Erro, nos cayó una impresionante granizada, precursora de la que el pasado miércoles ha caído en Logroño.
Al día siguiente nos dirigimos por la Na-132 a Sangüesa, visitando además el monasterio de Leyre, el castillo e Javier y subiendo por el desfiladero hacia el valle del Roncal, aunque solo tuvimos tiempo de llegar hasta Gurbi.
Demasiado poco tiempo para conocer con detalle las maravillas atisbadas, pero vistazo incitador para un nuevo viaje, con más tiempo y tranquilidad.
Garinoain . Casa Lakoak
Monolito monumento a Roldan
Caballos en Akerreta
Pisada de peregrino medieval en Roncesvalles
Peregrinos en el camino Copyright fotografias Jordi Manzanera