21 d’octubre 2013

El Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo y David Birnbaum

¿Qué tendrá que ver el citado Tribunal con este escritor amateur de teorías filosóficas?

Nada aparentemente, más que la secuencia surgida en la ilación de mis pensamientos.

Esta ilación ha surgido a raíz de leer la noticia aparecida hoy, de que el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo ha dado un revolcón al Gobierno español, ratificando la derogación de la Doctrina Parot. Mi parecer sobre el tema es aparentemente controvertido:

Por una parte y radicalmente, no puedo estar a favor de que salga libremente tras haber cumplido penas que parecen irrisorias, quien ha cometido asesinatos con notable saña, asesinatos que han afectado de manera indiscriminada a jueces, militares y civiles. No es ajeno a ello el hecho de que por la época en que ocurrió lo de Hipercor,  solíamos ir a comprar a ese centro comercial, por lo que muy bien hubiera podido ocurrir que ahora yo no estuviera escribiendo esto. O que alguien de mi familia no pudiese leerlo.

Por otra parte, ¿creemos o no creemos en un estado de derecho? Porqué el estado de derecho debe de garantizar un trato justo para todos los ciudadanos. Y el Gobierno de turno no puede saltarse las leyes y aplicar con efecto retroactivo leyes a su comodidad. Por mucho que veamos con repulsa a los delincuentes y nos horroricemos con lo que han hecho. Si están mal definidas, lo que hay que hacer es cambiar estas leyes y para ello además no basta una mayoría absoluta. Hay que tener un gran consenso social.

No hacerlo así produce una elevada sensación de inseguridad jurídica y ciudadana. Que es la que ahora experimentamos por muchas otras cuestiones: la ley Wert, la reforma laboral, la ley del Aborto. Pero veis, no es de eso de lo que quería tratar ahora. La deriva de mis reflexiones me ha llevado a pensar en los conflictos generadores de contiendas y en el estudio que ha realizado por medio de computadoras la “American Academy of Sciences”, que avala el que las guerras han sido fuerza de cambio y evolución para las naciones emergentes en sociedades civilizadas. Esa es materia para otro análisis.

Y el siguiente paso de mis reflexiones ha ido a parar a las famosas preguntas trascendentales, en definitiva, ¿Qué somos? ¿De donde venimos? ¿A dónde vamos?

Muchos desde distintos puntos de vista, científicos, humanistas, teólogos, etc. ha intentado dar cabal contestación a estas metafísicas preguntas, formuladas desde la insaciable curiosidad de los seres humanos por saber que pintamos en el universo.

Y ahora ha aparecido un filósofo amateur, David Birnbaum, que cree tener respuesta a alguna de estas preguntas. Birnbaum no es un investigador en el sentido clásico de la definición. Ni es profesor universitario, ni matemático, ni biólogo, ni pertenece a algún colectivo de mentes pensantes.  De hecho su formación es la de un MBA realizado en la Harvard Business School.

Se trata pues de un completo aficionado, con gran interés por la materia, que se dedica al negocio de joyería, con una empresa establecida en la planta 17ª de un edificio en Manhatan. Un cómodo desenvolvimiento económico le ha permitido financiar de su bolsillo algunas iniciativas relacionadas con su afición, como la edición a sus expensas de 40.000 copias de un libro que ha escrito, llamado Summa Metaphysica, donde en 560 páginas desarrolla su teoría sobre los orígenes del universo, antes del Bing Bang.

Porqué, si todo empezó con el Big Bang, ¿Qué ocasionó el Bing Bang? Y fue durante unas vacaciones en las islas Barbados en 1982 cuando la idea le broto con fuerza, sencilla e impactante: fue el potencial. ¿Qué otra cosa podía existir antes que la nada más absoluta, sino el potencial para todo aquello que más tarde existiría?

La idea no es del todo nueva. Ya desde el tiempo de Aristóteles ha habido pensadores que han creído que el universo evoluciona hacia alguna parte, empujado por una fuerza. ¿Explicaría esto una identidad divina? En su libro “Mente y Cosmos”, el filósofo norteamericano Thomas Nagel opina que solo la Teología puede aportar explicaciones del porqué existe la conciencia. No entro a posicionarme sobre el tema y creo que de momento no existen demostraciones más allá de la pura teoría. Aparte de eso, no me considero ni mucho menos experto en la materia.

Evidentemente los estamentos ortodoxos se han lanzado en contra de Birmbaum, por aquello de que como se atreve este absoluto profano a desarrollar una teoría semejante y difundirla e incluso desde alguna organización han amenazado con demandarle por alguna práctica realizada,  más propia de un business-man, que de un filósofo. Pero parece que esto no le importa demasiado a este hombre, que entre venta y venta de diamantes o rubíes, se dedica a fomentar su afán investigador.

Me ha recordado aquella situación que llevó presuntamente a Galileo a pronunciar su famosa frase “eppur si muove”. Ahora no se aplican torturas inquisitoriales pero parece que en cuanto a reacción ante nuevas y diferentes propuestas, los posicionamientos siguen siendo parecidos, o sea el rechazo.


1 comentari:

jeronimo carrera ha dit...

La sentencia firme, sin vuelta atrás, del Tribunal de los Derechas Humanos de Estrasburgo, en relación a nuestra asesina etarra favorita, es el principio de un doloroso viacrucis. Me refiero al profundo dolor de las VICTIMAS, los grandes olvidados de todo este sainete.
¿Quién es el culpable?. En mi opinión el único culpable es el estado español. Mira que ha llovido desde 1973. Ya sé que cuando se confeccionó este código penal la banda asesina Eta, nacida con el único fin de matar, no estaba en el apogeo que tuvo años más tarde con cien muertes anuales, (¡increible pero cierto!). Pero los distintos gobiernos, desde Suárez, no han querido cambiar o modificar este código. Es nuestra chapucera manera de trabajar.
La insensibilidad de la casta política, la desidia de nuestro estamento judicial y el pasotismo de nuestra sociedad, (de nosotros mismos),produce bochorno y somos los culpables de todo esto.