02 d’abril 2013

Las procesiones, Semana Santa y Andrés Boix Palop

En abril aguas mil…si es que marzo no las ha agotado. Esta Semana Santa ha sido de las más húmedas que recuerdo.


Lo cual ha invitado más al recogimiento que a salir, más a la introspección que a la expansibilidad, más a la lectura que a la tele.

En la tele, aparte del amuermamiento general producido por “sálvames”cutres o de luxe y splashes varios, se repetían y repetían los lamentos de quienes con motivo de la lluvia no han podido sacar a la calle sus pasos procesionales. Impresionantes las lágrimas vertidas por quienes centraban todo su afán en ejercer de costaleras o costaleros.

Y en eso que cayó bajo mis ojos la entrada publicada en su blog por Andres Boix Palop, profesor de derecho administrativo en la Universidad de Valencia, que de forma un tanto prolija critica la inversión de dineros públicos en estas manifestaciones religiosas.

http://blogs.elpais.com/no-se-trata-de-hacer-leer/2013/03/un-viernes-santo-cualquiera-en-un-pa%C3%ADs-aconfesional.html

Dejando aparte la extensión de lo escrito por Boix,  estoy de acuerdo, con algunos matices, en cuanto al fondo de la cuestión: Yo tampoco entiendo que a estas alturas en un país aconfesional el erario público deba de contribuir a ese tipo de festivales religiosos.

Pero es que yo pienso que el raciocinio debería de imponerse, siempre, pero quizás más en estos momentos de crisis y no soltar un duro para celebraciones o contubernios que no tengan que ver con el interés de una amplia mayoría de ciudadanos. Por eso, nada para procesiones o para la Iglesia católica (salvo contribuciones en el caso de su acción social, allí donde sustituye al estado en lo que este no hace), pero tampoco para mezquitas, templos hindúes o protestantes, o asociaciones de cualquier índole religiosa. A estas alturas los ciudadanos no necesitan que nadie les guíe para elegir y si deciden abrazar alguna confesión, pueden hacerlo solitos, sin que nadie se lo imponga.

Tampoco para entidades que no estén relacionadas con los propósitos básicos de una sociedad en crisis y con graves problemas económicos, sean culturales, lúdicas, deportivas, recreativas, etc. Nada para gastos superfluos o incrementarios en instituciones seudo-formativas, fuerzas armadas (¿para que se necesitan?), gastos suntuarios o de celebraciones innecesarias, diplomáticos – habría que revisar el coste de las legaciones en el extranjero, como por ejemplo el de cuberterías. ¡Hay tanto para recortar de lo innecesario y no de la sanidad, ni de la educación…

Tenemos en este país demasiadas instituciones que viven de la subvención y de la sopa boba. Y esto no aporta valor al tejido social y económico. Si alguien quiere celebrar algo, como es el caso de los que quieren que las procesiones sigan saliendo, que lo costee de su bolsillo.

Se que ante estas afirmaciones muchos me tacharan de intolerante y que hay demostraciones que son necesarias porqué contribuyen al enriquecimiento cultural, facilitan el turismo o son absolutamente necesarias para no se sabe muy bien qué. Seguramente son los que encuentran bien lo de las procesiones, pero no el Saloufest, que yo no defiendo, pero que también deja dinero.

Yo les contestaré que no hay nada que sea absolutamente necesario más que atender las necesidades esenciales de la gente. Cuando en este pais entendamos de una vez como se debe de utilizar bien el dinero público y se instituyan controles efectivos administrativos y jurídicos (no politizados) para evitar el despilfarro, seguramente estaremos en mejores condiciones.