27 d’agost 2011

Historias e histerias de la playa


¡Que calor! El sol pega duro esta mañana en la playa…Pero al mismo tiempo un fresco vientecillo de levante nos incomoda si nos guarecemos bajo la sombrilla. Fruto seguramente de la lluvia de ayer, típica tormenta veraniega que por un momento abrió los cielos y nos dejó un gran chaparrón. 

Por el rabillo del ojo miro al vecino que tenemos a la izquierda, a unos cuatro metros. Un tipo raro, bastante raro. Está solo, tendido sobre una toalla en la arena y también bajo una sombrilla un tanto deslucida. Lo sorprendente es que está totalmente vestido, con una camiseta de chándal de manga larga, pantalones del chándal, sandalias, que lleva puestas y en la cabeza una gorra con visera. Tiene puestas unas gafas con cristales de espejo, que no dejan ver sus ojos, aunque por la postura parece dormitar.

A su lado descansan una mochila y una bolsa como las de los sacos para dormir de los excursionistas.

Pienso que aún con el viento, aquel hombre no debe de sentirse cómodo instalado de aquella guisa, en medio de la playa llena de bañistas a su alrededor. Pero como contra gustos no hay disputas, me digo que ya se apañará. A lo mejor está resacoso.

Llevamos un rato allí cuando me levanto para cambiar un poco la ubicación de mi silla, pero al darme la vuelta me sorprende encontrarme con otro individuo que se había instalado a 1 metro escaso, detrás de donde estamos, vamos, encima nuestro. Asombrado miro a nuestro alrededor. A pesar de que hay gente en la playa, lo cierto es que sobra espacio por todos lados. Hay metros y metros de arena libre, en fin, ninguna necesidad aparente de que se ponga tan cerca.

Miro a mi mujer con expresión interrogante, encogiéndome de hombros, pero me limito a apartar un poco la silla y sentarme de nuevo. Sin embargo he sentido como…como eso que te da mala espina, ¿sabéis?  ¿Qué necesidad había de que se pusiera tan cerca?

Mi mujer se me acerca y en voz baja me susurra – oye, ¿no será que pretende cogernos algo? Le contesto con una mirada entre afirmativa y especulativa: por si acaso deberemos de vigilar.

Pasa el rato y mientras el de la izquierda parece seguir dormitando, el de detrás apenas se mueve. Tiene apariencia de rumano o albanés, o yo que se…O de nada de todo eso.  

Lleva puesto un bañador y en ningún momento se ha quitado el polo que vestía. También permanece debajo de una sombrilla, que no se por que, me da la sensación que es de la misma manufactura que la que tenía el otro, sentado como un Buda y luciendo una barriga similar a la de muchas estatuas representativas de esa deidad oriental. De vez en cuando se fuma un purito, pero en ningún momento se ha levantado para darse un baño, lo que ha aumentado mi mosqueo. Vamos, que a mi me parece sospechoso.

No se han comunicado entre si y sin embargo hemos tenido la sensación de que ambos se conocían. Yo por si acaso ha agarrado con más fuerza mi mochila y he seguido sentado con un ojo fijo en el de la izquierda y otro en el de detrás, a riesgo de quedarme estrábico.

Tras mucho esperar, mi mujer ha ido a darse un baño, sugiriéndome que vigile bien nuestras pertenencias. Le contesto que bien y que yo ya iré luego, cuando ella regrese.

Al cabo de poco tiempo regresa ella, pero yo tampoco me muevo. El vecino de atrás empieza a guardar sus cosas. Parsimoniosa, muy parsimoniosamente. Y finalmente se marcha, lenta muy lentamente.

Cuando al fin desaparece a lo lejos, el vecino de la izquierda se levanta y se va andando en la misma dirección que el anterior. Dejándose sus pertenencias allí, bajo la sombrilla, en medio de la playa. La toalla, el parasol, el saco de dormir, la mochila.

Esto nos produce mayor mosqueo si cabe. Miro la hora y como es la que teníamos pensado marcharnos, recogemos a nuestra vez las cosas y nos vamos. Mientras andamos por la arena, vemos que el ex vecino de la izquierda está regresando, completamente vestido, con su gorra, sus gafas…

Será que leo demasiadas noticias en los periódicos, será que me hago mayor y desconfiado, o serán coincidencias, pero a mi todo eso me ha sonado raro, muy raro.